domingo, 26 de febrero de 2012

La gestión de proyectos

También el trabajo de un traductor (y de todo el equipo que lo rodea) está globalizado y esto puede convertirse en una gran ventaja.

Estas últimas clases de Informática las hemos empleado en aprender qué es la gestión de proyectos y en qué consiste, y cuál es su utilidad para nosotros como futuros traductores.

Podríamos decir que la gestión de proyectos surge como solución al nuevo (o quizá no tan nuevo) papel polifacético que tiene el traductor (como ya comenté en esta entrada) y a la consiguiente «remodelación» de la traducción, que ha pasado de ser un servicio a ser una industria y, además, que se trata de una actividad económica. Esta actividad está relacionada con la realización de un producto específico y conlleva (y esto es lo que nos más interesa) un proceso complejo y actividades que deben desarrollarse de forma sincronizada y, todavía más importante, se basa en el trabajo en equipo, aunque también es muy importante la utilización de corpus y de tecnologías de la información (memorias de traducción, programas de traducción asistida...)(1). Hoy en día, es muy habitual que en este tipo de proyectos de traducción participen personas desde distintas partes del mundo: internet ha contribuido a una globalización que parece ponernos las cosas más fáciles.

El trabajo en equipo es, por lo tanto, fundamental en la gestión de proyectos. Esta es la clave de la gestión de proyectos que, tal y como dice Rico Pérez, en el ámbito de la traducción no tiene la larga tradición que tiene en otros campos. Sin embargo, está claro que también hay que tenerla en cuenta en los proyectos de traducción, puesto que este mercado está aumentando de forma dramática (Rico Pérez ofrece algunas cifras, como las del mercado de la traducción y de la localización, que llegó a alcanzar los veinte mil millones de dólares en 2004). Para llevar a cabo un proyecto satisfactorio de traducción hay que organizarlo bien y hay que organizarlo bien desde el principio.

Antes de continuar con la utilidad de la gestión de proyectos en la traducción, me gustaría añadir, de forma breve, las características del proceso de gestión de proyectos que apunta Rico Pérez y que también vimos en clase: todo proceso de gestión de proyectos es, primero, temporal (pues todo proyecto tiene una duración finita) y, segundo, único (ya que cada proyecto siempre será distinto en algún aspecto a todos los proyectos anteriores, aunque comparta rasgos con ellos; esto es lo que me gusta de la traducción, que cada proyecto es único e irrepetible y que siempre se aprende algo nuevo al traducir). Aunque esto parezca obvio, no es así, pues a la hora de comenzar una gestión de proyecto hay que tener en cuenta aquellos aspectos que sean nuevos y aquellos que no lo sean. Así, es fundamental la memoria de traducción: para el traductor profesional, los proyectos tienen un «efecto acumulativo», ya que el conjunto de todas las traducciones que se hayan realizado con anterioridad son una fuente de conocimientos y de experiencia o, en otras palabras, lo que se ha aprendido en traducciones anteriores puede recuperarse y ser de gran utilidad en lo que se refiere a rapidez y a calidad(2).

Rico Pérez habla con más detalle de los distintos procesos de la gestión de proyectos y, más tarde, habla de la calidad, aspecto de gran importancia en cualquier proyecto de traducción; sin embargo, no me detendré en ello, puesto que me interesa más el aspecto práctico de la gestión de proyectos.

Entonces, ¿en qué consiste una gestión de proyectos? A grandes rasgos, el gestor de proyectos es el encargado de, una vez que se le ha presentado el proyecto de traducción, hacer una lista de todas las funciones que habrá que desempeñar y de quién (o quiénes) deberán realizarlas. Primero, debe hacer una preparación, en la que estima cuál será el presupuesto y realiza una evaluación general del proyecto. A continuación, en la parte lingüística, establece las tareas de terminología (que será más sencilla si dispone de una memoria de traducción amplia), documentación, traducción, corrección, introducción de correcciones y revisión. Más tarde, en la fase técnica, el gestor establece las tareas de maquetación (conocida como DTP, del inglés Desktop Publishing) y, por último, control de calidad. 

El gestor de proyectos debe tener en cuenta...:
  • Que una única persona no debe realizar todas estas tareas, sino que distintas personas desempeñan distintas actividades.
  •     -Sin embargo, sí es verdad que una misma persona puede realizar, aunque no todas, varias tareas (el traductor, además de traducir, también puede encargarse de la terminología o de la revisión, por ejemplo). 
    • Que las tareas tienen una duración determinada y que muchas tareas no pueden empezar hasta que no terminen otras.
    •     -Sin embargo, sí se pueden llevar a cabo algunas tareas de forma simultánea, como la traducción y la corrección (cuando solo quede por hacer, como mucho, la tercera parte de la traducción), o como la corrección y la introducción de correcciones. De esta forma, el proceso es más ágil y dinámico.
      • Que, por mucha planificación que se haga, siempre puede haber cambios de última hora y su función es adaptarse a las circunstancias y actuar en consecuencia...

      ... Entre otros.

      Una vez establecidas las tareas, el gestor determina el tiempo de duración de cada tarea (primero, la media por persona y por día y, a continuación, se adapta esa media a las necesidades concretas del proyecto) y, en función de esto, asigna a más o a menos personas a las tareas. Por último, utilizando los datos que ha obtenido, los aplica al proyecto de traducción y determina cuántos días se emplearán para cada tarea y también para el proyecto en total (teniendo en cuenta que algunas tareas pueden llevarse a cabo de forma simultánea):
      Ejemplo de gestión de proyectos. Cada fila representa una tarea y las columnas
      correspondientes muestran la cantidad de páginas o de palabras que se realizan 
      por día y por persona. A continuación, en función de los recursos de los que se
      dispone, se obtienen los días que se necesitarán para la realización de cada tarea
      y del proyecto en su totalidad.
      La gestión de proyectos es, por lo tanto, fundamental, puesto que permite calcular la duración de todas las tareas que conforman y proyecto y, así, programarlo para que se realice de la forma más efectiva posible. A pesar de que pueda parecer complicada, una vez que se haya hecho una o dos gestiones de proyectos resultará mucho más sencillo, tal y como comprobaremos no ya con el trabajo en grupo (que al final no será necesario realizar), pero sí con el ejercicio de ejemplo de gestión de proyectos que terminaremos en clase la semana que viene.

      Si la gestión de un proyecto de traducción se lleva a cabo de forma correcta, también el mismo proyecto tendrá un buen resultado y se cumplirán los plazos. Sin embargo, como ya he dicho, siempre pueden surgir cambios de última hora y, por mucho que el gestor se anticipe a los problemas y lo calcule todo al milímetro... no somos máquinas y no todo se puede controlar.
      ___________________________________
      1 Rico Pérez, Celia: «Translation and Project Management», accesible en : http://www.bokorlang.com/journal/22project.htm [Consulta: 26/II/2012]
      2 Rico Pérez, Celia: op. cit.

      martes, 14 de febrero de 2012

      El traductor all-in-one

      O qué hay que hacer para dedicarse a la traducción profesional (y sobrevivir en el intento)
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      Traductor: ¿nace o se hace?...

      ...¿O nunca deja de hacerse?


      ¿Qué es más importante, el dominio de la lengua
      de la que traduces o el dominio de la lengua a la
      que traduces? Imagen del Diccionario de la Real
      Academia Española. Extraída de 
      http://www.consumoteca.com/img/entrada.php?
      id_entrada=1812 [Consulta: 14/II/2011]
      Uno de los artículos que hay que leer para la asignatura de Informática Aplicada a la Traducción es «The making of a professional translator»(1). Este artículo me ha hecho reflexionar sobre cómo debe ser un traductor. Es necesario que el traductor se forme, que sepa un poco de todo... De las competencias del traductor para sobrevivir en el mercado de la traducción hablaré en la próxima entrada y aquí me centraré en qué debe saber hacer un traductor. ¿Hay traductores más válidos que otros por el hecho de «haber nacido» así? Yo creo que no. Como muchas otras profesiones, la de traductor (e intérprete) se mejora practicando; podríamos decir que es una especie de gimnasia: cuanto más entrenes los músculos, más en forma estarás, pero como estés un tiempo sin ir al gimnasio, eso te pasará factura...

      Emmanuel Margetic, el autor de este artículo, pone como ejemplo del trabajo realizado por un traductor lo que ocurre en el proceso de localización: cuando alguien se topa con una traducción de este tipo solo se fija, dice, en lo buena o mala que es (he de confesar que yo también he hecho eso alguna vez, aunque lo achaco a la deformación profesional, y siempre he sido consciente, por supuesto, del trabajo que ha habido detrás de esa buena o mala traducción, valoración que es bastante subjetiva). Asimismo, resulta interesante la distinción que hace Margetic, partiendo de cómo realizan el trabajo, entre los verdaderos profesionales, los incompetentes y los farsantes. De hecho, añade, en el terreno de la traducción esto se ve perfectamente y muchos incompetentes terminan, sin saberlo, siendo farsantes. Este es un debate muy interesante que ya surgió en el «ecuador» de la carrera, es decir, en tercer curso, a propósito de quiénes son los «verdaderos» y quiénes los «falsos» traductores. Es lo que se llama intrusismo y, aunque es cierto que se da en cualquier ámbito profesional (todos podemos desempeñar cualquier tarea si resulta necesario), en la traducción se ve claramente y eso nos hace pensar en qué tiene que hacer alguien para ser traductor, para poder dedicarse a ello de forma profesional (y siendo reconocido por los demás del gremio).

      El bilingüismo está relacionado con todo esto: a pesar de lo que piensen muchos, ser binlingüe no implica necesariamente ser un buen traductor, ya que esto también incluye, como hemos aprendido a lo largo de la carrera, saber no solo de lenguas, sino también de culturas, de lingüística, de tecnología... Para aplicarlo a la labor de traducción.

      Nos referimos ahora a los conocimientos que ha de poseer el traductor. La primera respuesta que suele darse es que el traductor ha de saber lenguas, que ha de tener conocimientos lingüísticos. Pero esta respuesta hay que matizarla: ¿Tiene que tener el mismo nivel de conocimientos en la lengua de partida que en la lengua de llegada? ¿Ha de poseer los mismos conocimientos lingüísticos un traductor que un intérprete? ¿Necesita ser el traductor un teórico de las lenguas o un conocedor de la Lingüística? La primera cuestión que hay que considerar es que el traductor necesita una competencia de comprensión en la lengua de partida y una competencia de expresión en la lengua de llegada; el bilingüismo no es, por tanto, una condición sine qua non para ser traductor.(2)

      Las competencias también variarán, añade Hurtado, en función de si se trata de un traductor o de un intérprete, ya que los textos con los que se trabaja son distintos. Así, lo fundamental no es ser bilingüe. Sin embargo, es una concepción muy generalizada la de que una persona que hable perfectamente otra lengua será capaz, solo por eso, de traducir e interpretar perfectamente. Hay que tener en cuenta que también es importante un dominio de la propia lengua (aspecto que no está tan valorado, desgraciadamente) y de las competencias necesarias para traducir.

      Volviendo al artículo de Margetic, objetivo de esta entrada, se dice que es fundamental para ser un traductor «enamorarse» de una lengua extranjera… Estoy de acuerdo. También hay que sentir pasión por la propia traducción, pues se trata de una tarea fatigosa, cansina, tediosa… Pero creo que merece la pena por el resultado y porque siempre se aprende algo nuevo con cada traducción, aunque esta consista en un texto corto y aunque solo sea al haber comparado las diferencias (sintácticas, morfológicas, semánticas…) entre la lengua del texto origen y la del texto meta. Sí, siempre se aprende algo nuevo y en el caso de la traducción esto es evidente.

      Ser un buen traductor es mucho más difícil que dominar una lengua extranjera. Además, el traductor, como ya he dicho, está continuamente aprendiendo, razón por la cual este oficio me parece muy interesante. Asimismo, Margetic añade que es fundamental que el traductor se forme, es decir, que reciba educación superior o universitaria, que es el motivo de que exista la carrera de Traducción e Interpretación (que tiene sus variantes de nombre, contenidos o duración en cada país).

      A continuación, Margetic añade el debate que ya he leído en otros artículos relacionados con la asignatura y que está presente en todas partes, incluso entre los «no entendidos» del tema: la Traducción Automática. ¿Sustituirá algún día al traductor humano? Relacionado con esto está otro artículo, «Automation of Translation»(3), que también figura entre las lecturas de la asignatura y que comentaré en otra entrada, a propósito de la Traducción Automática.

      No solo el inglés se ha convertido en una herramienta fundamental (seas traductor de esta lengua o no), prosigue Margetic, sino que también es fundamental estar al día en la tecnología y, especialmente, en la que nos atañe, es decir, en los programas de traducción automática o traducción asistida (en mi opinión, creo que esta última es más útil y efectiva para el traductor), o de gestión de terminología o de memorias de traducción. Es por esta razón que los estudiantes de Traducción e Interpretación deben cursar asignaturas de informática, aunque quizá sería necesario que hubiera varias asignaturas de este tipo y no solo una, como es nuestro caso.

      La traducción es cada vez más necesaria. Margetic pone como ejemplo la traducción de las patentes, que no se me había pasado por la cabeza. Esto demuestra que las áreas de especialización de los traductores son infinitas, razón por la cual estoy segura de que los que pensemos dedicarnos a la traducción (y a la interpretación) podremos escoger alguna que nos guste, aunque muy posiblemente también tendremos que traducir de todo un poco, incluido de aquellas áreas que no nos gusten demasiado. Hay que comer, al fin y al cabo, ¿no?

      Entonces... ¿un traductor nace o se hace? Un traductor nunca termina de formarse y nunca deja de aprender cosas nuevas, por lo que se puede decir que el traductor nunca deja de hacerse.

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      (1)Margetic, Emmanuel: «The making of a professional translator», accesible en: http://www.multiling.com/in_news/Multilingual_computing.pdf [Consulta: 14/II/2012]
      (2)Hurtado Albir, Amparo: Traducción y Traductología. Introducción a la Traductología. Madrid, Cátedra, 2001, p. 20.
      (3)Heinz Freigang, Karl: «Automation of Translation: Past, Presence, and Future», en Revista Tradumàtica, octubre 2001, n.º 0, accesible en: http://www.fti.uab.es/tradumatica/revista/num0/articles/khfreigang/art.htm [Consulta: 14/II/2012]

      lunes, 13 de febrero de 2012

      El crowd-sourcing


      Un fenómeno que todos conocemos aunque no sepamos su nombre

      sábado, 11 de febrero de 2012

      Primera entrada

      Bienvenido a Mundos binarios de Babel