miércoles, 7 de marzo de 2012

Memorias de traducción: ¿amigo o enemigo?

Las memorias de traducción se han convertido en una herramienta fundamental para el traductor


Interfaz del programa de memoria de traducción Déjà Vu.
Extraído de la presentación de Power Point disponible
en la plataforma Moodle.
La semana pasada la dedicamos a hablar de las memorias de traducción. Hoy en día, el manejo de estas herramientas se ha convertido en algo indispensable para un traductor, casi tanto como saber inglés (¿exagero? En cualquier oferta de trabajo puede leerse lo siguiente: "con inglés [u otro idioma, en su caso] + Trados" (luego están los que piden que seamos bilingües, pero eso ya es otra historia...).

¿En qué consisten las memorias de traducción? Este tipo de herramientas surgieron como una alternativa a la traducción automática (a la que más adelante dedicaré una entrada) y, de hecho, todas las prestaciones de una empresa giran en torno a esas memorias de traducción. A diferencia de las herramientas de traducción automática (de las que puedo hablar con cierto conocimiento, pues el año pasado, en Traducción Automática, analizamos cómo funcionaba el programa Systran), las memorias de traducción no se limitan a traducir palabra por palabra y son verdaderos almacenes de datos, pues se alimentan de traducciones ya hechas por traductores humanos, por lo que aseguran la calidad y la fiabilidad del contenido de dichas memorias de traducción, cosa que no siempre ocurre con los programas de Traducción Automática...

¿"El fármaco que apoya a Bill Gates ha diseñado un grupo..."? 
¿Es eso lo que dice el original? Ha habido un pequeño error
de traducción, muy posiblemente debido a un error de sintaxis...
Traducción automática del español al inglés
realizada por Google Translate, accesible en:
http://translate.google.es/translate?sl=es&tl=en&js=n&prev=_t&hl=es&ie
=UTF-8&layout=2&eotf=1&u=http%3A%2F%2Fsociedad.elpais.com%
2Fsociedad%2F2012%2F02%2F24%2Factualidad%2F1330099718_100734.html&act=url
[Consulta: 7/III/2012]  
Sin embargo, muchas veces la calidad de las traducciones realizadas de forma automática es bastante buena y los errores más importantes que se producen son los referentes al estilo, como pudimos comprobar el otro día mediante un ejercicio en el que utilizábamos Google Translate, la herramienta de traducción automática de Google que, en mi opinión, ha mejorado mucho, posiblemente gracias a la colaboración de muchos usuarios (para este tipo de colaboración gratuita y masiva, ver El crowd-sourcing).

Como decía, las memorias de traducción son muy útiles para el traductor, pues le permiten ahorrar tiempo en la traducción de segmentos que ya ha traducido (bien porque el texto sea similar a otros que tradujo en su momento, bien porque en el mismo texto se repite el mismo segmento) y también en terminología específica: ¿cuántas veces nos ha pasado que estemos traduciendo un texto y aparezca una palabra que sabemos que ya hemos traducido?... Pero ¿cómo la traduje en su momento? El traductor de antes (o el estudiante de Traducción e Interpretación que todavía no utiliza estas herramientas) se volvía loco buscando en los textos que había traducido (o en su glosario, claro, que es otra opción muy recomendable); el traductor de ahora utiliza las memorias de traducción, que de forma automática le recuerdan cómo tradujo dicha palabra en su momento: ¡es realmente útil! 

Claro que, si se trata de un texto nuevo, el traductor tendrá que traducirlo él solo... Sin embargo, también hay herramientas de memorias de traducción que aúnan ambos sistemas: está claro que la traducción automática tiene sus ventajas y sus desventajas, y que lo mismo le ocurre a las memorias de traducción... ¿Qué pasaría si combináramos ambas? Este tipo de sistemas se llaman híbridos y un ejemplo es OmegaT, que utilizamos ayer en clase (debido a la imposibilidad de utilizar Trados o Déjà Vu, que son los más conocidos...):

Captura de pantalla del programa de memoria de traducción OmegaT...
Sí, todavía tengo que aprender a usarlo. En la parte inferior izquierda 
podéis ver la opción de traducir mediante Google Translate.
Hay que saber combinar ambas herramientas o utilizar una u otra según las necesidades. Así, por ejemplo, la traducción automática sería muy útil para la traducción inversa o para hacerse una idea de qué es lo que dice una página web escrita en un idioma indescifrable, como puede ser, para mí, el chino o el árabe.

Lo más útil sería, por lo tanto, empezar cuanto antes a alimentar la memoria de traducción con textos para que, el día de mañana, esta sea lo más completa posible y nos facilite la tarea, especialmente, cuando se trate de una traducción que haya que entregar para ayer.

Me gustaría concluir con una serie de reflexiones que realiza Ignacio García con su artículo «Translators on translation memories: a blessing or a curse?» (1) que, en cierta forma, me ha inspirado para el título de la entrada y con el que concluye que las memorias de traducción son imprescindibles para los traductores y, especialmente, cuando se trata de textos repetitivos, como ya he dicho. También es indispensable a la hora de encontrar trabajo que saber manejar dichas herramientas, como también he mencionado...

Ignacio García realiza un estudio de las memorias de traducción a partir de los mensajes que se encuentran en un foro de traductores, Lantra-L, que reflejan de forma bastante cierta cómo es el panorama de los traductores y de qué herramientas se valen para realizar sus traducciones de forma efectiva. Sin embargo, esto tiene sus ventajas y sus desventajas: como ventaja, se ahorra tiempo; como desventaja, muchas empresas son conscientes de este ahorro de tiempo y, por ello, establecen «descuentos» (es decir, la empresa no paga por segmentos o palabras que se repitan varias veces, pues están almacenados en la memoria de traducción y el traductor humano no tiene que traducirlas él mismo); además, resulta difícil aprender a manejarlos, como cualquier programa informático, y cuantas más funciones tenga este programa, más difícil resultará, tal y como resume este autor:


1. As a curse: based on a deep feeling of frustration in many translators―mainly, but not only, beginners― due to the perceived steep learning curve needed to master TM;

2. As a blessing: based on a feeling of euphoria in others―mainly experienced translators, dealing with repetitive texts―due to gains in productivity;

3. As a curse: when after a significant investment in money, time and effort, and once having mastered the software, gains in productivity are offset by agency policies on "discounts" for perfect and fuzzy matching; and, then again

4. As a blessing: on the realization that the investment may pay off for non-repetitive text as well.(2)

Parece ser que el uso de estas herramientas frustra y alegra a partes iguales... Sin embargo, por mucho que frustren, las memorias de traducción se han convertido en un compañero sin el que el traductor no puede trabajar.(3) En cuanto a los descuentos (Ignacio García habla de «Trados discounts»), muchos traductores no están de acuerdo con que se apliquen:


When a client suggests that there should be a discount for similar-to-identical terminology, I tell them I really would prefer an extra 10% instead for the extra work of making sure that "nearmatches" are not mistranslated.(4)

Así es: un trabajo añadido es tener que ir comprobando si la memoria de traducción ha traducido bien y de forma coherente los términos... Y la traducción llega incluso a convertirse en una tarea de edición. A la larga, sin embargo (y esta es la conclusión de toda esta entrada), las memorias de traducción se han convertido en una herramienta indispensable para el traductor, aunque nunca llegarán a sustituirlo, sino que solo serán su «compañero de viaje».



_______________________________________
(1) García, Ignacio: «Translators on translation memories: a blessing or a curse?», accesible en: http://isg.urv.es/library/papers/Garcia_Translators.pdf [Consulta: 7/III/2012]  
(2) García, Ignacio: op. cit., p. 2.
(3) García, Ignacio: op. cit., p. 4.
(4) García, Ignacio: op. cit., p. 6.

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