miércoles, 4 de abril de 2012

La traducción automática

Creo que ha llegado el momento de hablar un poco sobre la modalidad de traducción que amenaza con quitarnos el trabajo...

A pesar de que no pretendo ser fatalista, sí que es verdad que la traducción automática mejora a pasos agigantados y, por ello, en cierto modo representa una amenaza para los traductores humanos. Sin embargo, todavía no es momento de alarmarse, como he demostrado en algunas entradas y como demostré en dos trabajos que realicé para la asignatura de (precisamente) Traducción Automática el año pasado. 

El traductor automático está muy lejos de sustituir al traductor humano, aunque cada vez lo hace mejor y un buen ejemplo de esto es el traductor de Google que, debido a que ha sabido aprovecharse del creciente fenómeno del crowd-sourcing (o podríamos decir que ha obtenido una gran ventaja gracias a la enorme y desinteresada aportación de muchas personas que se ofrecen para corregir las traducciones automáticas), está alcanzando una calidad sorprendente... Gracias a esto, Google va a volver a consolidarse como gigante, parece ser.

Volviendo al tema que nos ocupa, como ya he dicho, me gustaría hablar brevemente sobre la traducción automática. ¿En qué consiste? ¿Por qué es tan importante? ¿Tiene que ver con los temas de los que he estado hablando desde que empecé a escribir el blog? ¿Debemos sentirnos amenazados por la traducción automática? Me voy a tomar la licencia de utilizar los trabajos que presenté para la asignatura de Traducción Automática (que para eso son míos...); sin embargo, como no están publicados en ningún sitio (es lo que tiene carecer de prestigio en el mundillo), tendréis que fiaros de lo que os cuento.

¿En qué consiste la traducción automática?

La traducción automática se incluye dentro de la disciplina de la Lingüística Computacional que, a su vez, se incluye en el Procesamiento del Lenguaje Natural (que se engloba dentro de la Inteligencia Artificial). El proceso no tiene mayor misterio (¡en teoría!): se le ofrece un texto en una lengua al programa y este lo traduce, siempre que la lengua de origen o de llegada se incluya entre sus «lenguas de trabajo», claro.

Ahora bien, los resultados de este tipo de programas dejan mucho que desear y por ello es bien conocido Google Translate (de él hablé, por ejemplo, a propósito de la posedición en las traducciones automáticas); sin embargo, sus resultados son cada vez mejores...

Sin embargo, también existen programas más específicos de traducción automática; en mi caso, analicé para esos trabajos el programa Systran, que combina dos tipos de traducción automática, la directa (es decir, palabra por palabra; el programa utiliza un conocimiento más de tipo morfológico) y la de transferencia (el programa utiliza un conocimiento lingüístico comparativo entre las dos lenguas, la origen y la meta y, a partir de este, realiza un análisis sintáctico mediante árbol); no utiliza, sin embargo, la de interlingua, en la que lo importante es la idea, el significado (en este tipo de traducción automática, se traduce el texto origen a lo que significa y, a partir de ese significado, genera el texto meta). Como veis, he aprovechado este párrafo para incluir algunos conocimientos básicos sobre la traducción automática...
Captura de pantalla del programa Systran. Extraído de
http://www.translationsoftware4u.com/systran-standard.php
Las conclusiones que saqué de este programa fueron que, en definitiva, las calidades de las traducciones hechas por programas de traducción automática son aceptables, pero... podrían mejorarse muchísimo, no solo desde el punto de vista estilístico (el más complicado de todos para cualquier programa informático), sino también desde los otros puntos de vista (léxico, morfológico, sintáctico...).

A propósito de los resultados de las traducciones automáticas, me gustaría añadir el concepto de tradautomaticidad, que sería, a grandes rasgos, la «aparición en un texto de rasgos lingüísticos que indican al receptor que es una traducción y que no ha sido realizada por un ser humano»(1); ¿cuántas veces hemos dicho que una determinada traducción parece haber sido hecha por el traductor de Google, de lo mala que es? Pues ahí está esa tradautomaticidad...

Para intentar solucionar los problemas de la traducción automática (y, en concreto, para intentar mejorar sus resultados), centré el segundo trabajo de dicha asignatura en el problema de las multipalabras, combinaciones léxicas de una o más palabras que suelen dar bastantes quebraderos de cabeza al traductor automático, puesto que, muchas veces, lo peor que puede hacerse es traducirlas literalmente, es decir, palabra por palabra. Recuerdo que en el trabajo ponía el ejemplo, entre otros, de la traducción al inglés de Pedirle peras al olmo, To get blood out of a stone... Nada que ver, como veréis.

¿Qué debe hacer el programa de traducción automática en estos casos? Pero ¿es acaso consciente de que se tratan de multipalabras? En la mayoría de los casos, no, por lo que las traduce de forma automática y problema solucionado. No quiero entretenerme con los análisis que realicé (ni tampoco os recomiendo que leáis el trabajo, porque, primero, es bastante extenso y, segundo y sobre todo, no está publicado, repito, en ninguna parte), pero sí que es verdad que, al echar la vista atrás, me he sorprendido de todas las propuestas de las que hablé en su momento, incluido un análisis tomando como punto de partida la lengua japonesa y las ambigüedades a las que se enfrenta el traductor automático... (Si, en ocasiones, nosotros mismos no sabemos qué quiere decir el autor del original, ¿cómo va a saberlo el traductor automático?)

¿Por qué es tan importante la traducción automática?

Creo que, después de todo lo que he dicho, poco más se puede añadir... Sí que es verdad que los programas de traducción automática nos ayudan cada vez más en la traducción de textos aunque, como con todo, hay que tener cuidado y no depender totalmente de ellos, y que solo sirvan de ayuda (por cierto, se trata de la misma conclusión a la que llegué a propósito de las memorias de traducción), es decir, que sean una herramienta más para el traductor, para ayudarle a ser más eficaz y a que la calidad de sus traducciones sea mucho mejor. En definitiva, más que la traducción automática, sería mejor utilizar las memorias de traducción, pero no me detendré más en esa parte. 

De todas formas, la traducción automática resulta muy útil a la hora de traducir textos repetitivos o sencillos, es decir, más objetivos, como podrían ser los textos especializados (y nada de usarla, por supuesto, para la traducción literaria...). También sirve como una primera aproximación a un texto, conozcamos o no la lengua de origen (y si no la conocemos, resulta muy útil).

Y... ¿esto tiene que ver con las entradas anteriores?

Creo que, a estas alturas (del blog y de la entrada, me refiero), no hay mucho más que añadir... Y la pregunta se responde por sí sola: sí, todo esto tiene que ver con la informática aplicada a la traducción, dado que, a la larga, todas estas utilidades, programas, herramientas, aplicaciones, consejos, comentarios, reflexiones... sirven para que nuestro trabajo mejore y para que sea más rápido... y para poder sobrevivir en el actual mercado laboral, claro, en el que te exigen saber de casi todo (por no decir de todo).

¿Debemos sentirnos amenazados por la traducción automática?

Tampoco me queda mucho que comentar con respecto a esto: no, todavía no supone una amenaza, aunque habrá que volver a hacerse esta pregunta dentro de unos diez años (o menos, dado el ritmo al que va todo). No es una amenaza, sino que es una ayuda, no es un enemigo, sino que, como ya dije en su momento a propósito de las memorias de traducción, puede convertirse en un compañero de viaje.

Para terminar, y a modo de conclusión, os dejo una cita de Cristóbal Cáceres Rodríguez que, a mi parecer, resume bastante bien el estado de la cuestión de la traducción automática:

Los traductores automáticos, en suma, se encuentran aún muy lejos de sustituir al traductor humano. Quizás se deberían llamar más que traductores, con propiedad, gestores de léxico o algo por el estilo, porque el producto final que nos ofrecen está muy lejos de lo que se entiende, en su teoría, por una traducción. Sin duda, son un buen auxiliar que resuelve situaciones de escasa importancia o agilizan el trabajo de comprensión ante un texto de otra lengua. Sin embargo, a las limitaciones inherentes a todo diccionario, que son su punto de partida, hay que añadir las de poseer una mayor o menor capacidad de almacenaje y  gestión de la información y la de tenerse que mover siempre en los límites de lo inventariable y computable; son, en suma, incapaces de interpretar, de comprender y esto es particularmente perceptible en aquellos usos del lenguaje en los que predominan valores de individualización; el lenguaje poético, en el que predomina la función estética, puede ser un buen ejemplo [...]; el uso consciente de valores connotativos hace prácticamente imposible la traducción automática de un poema.(2)

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(1)Moré López, Joaquim, Climent Roca, Salvador: «La tradautomaticidad, un concepto aplicado a la evaluación de sistemas de traducción automática» en Procesamiento del lenguaje natural, n.º 37, 2006, p. 234.
(2)Cáceres Rodríguez, Cristóbal : «Connotaciones y traducción automática» en Cien años de investigación semántica, de Michel Breal a la actualidad: actas del congreso Internacional de Semántica, vol. 2, 2000, p. 1275.

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